Anodis.com.- Por mucho tiempo la diversidad sexual tuvo dos aliados en el gobierno federal: Gilberto Rincón Gallardo en el Consejo Nacional para Prevenir y Eliminar la Discriminación –Conapred- y Jorge Saavedra en el Centro Nacional de Prevención y Control del VIH Sida –Censida.
El primero, un reconocido político que durante sus años de vida comprendió la importancia de que un estado democrático escuche, respete y defienda a las minorías sociales por encima de prejuicios culturales y religiosos.
Rincón Gallardo, trabajó no sólo para el grupo vulnerable del que formaba parte sino para todos los sectores minoritarios, incluida la diversidad sexual, mediante la constitucionalidad de la no discriminación, una ley específica y la creación del Consejo.
La labor de quien fuera candidato presidencial en el 2000 no deja de ser reconocida por sus compañeros y opositores en la política mexicana y también a nivel internacional. Su muerte a finales del año pasado dejó un gran vacío pero sobre todo una pérdida muy importante para el movimiento LGBT, que contaba con él como un activista más.
El segundo aliado, un integrante del colectivo LGBT dedicado a la lucha contra el VIH Sida, que incluyó formalmente, y con el apoyo de la sociedad civil, el combate a la homofobia en las políticas públicas del gobierno mexicano.
Saavedra López consiguió, en un principio, ubicar en nuestro país al condón como el principal método anticonceptivo y de prevención al VIH; le quitó el estigma a los preservativos, los hizo de acceso gratuito y de presentación amigable.
Las botargas de condones multicolores y su salida del clóset como funcionario del gobierno panista durante la Conferencia Mundial de VIH Sida, el año pasado en el Distrito Federal, lo hicieron famoso y ahora con eso decidió dejar el gobierno para trabajar para un organismo internacional.
Ambas salidas dejan preocupación en el colectivo LGBT por posibles cambios en las políticas, pero también son grandes oportunidades de renovación que corrijan los errores del pasado, retomen propósitos olvidados, se dejen los protagonistas, vean a quienes fueron invisibles y consoliden los proyectos.
Lamentablemente Conapred y Censida son quizá los únicos organismos del gobierno federal que de manera directa y gracias a estos dos aliados tienen trato con lesbianas, homosexuales, bisexuales y personas trans; son además oportunidades de trabajo para las personas LGBT e importantes herramientas en la lucha por la igualdad de derechos.
Los nuevos titulares de estos organismos deben estar concientes del papel que tienen y darse cuenta que con la atención a las minorías sexuales, no sólo cumplen con una responsabilidad democrática sino que enaltecen el nombre de México en el mundo al dar un ejemplo en la inclusión social.
Tanto Conapred como Censida son instituciones reconocidas a nivel internacional por su trabajo a favor de la diversidad sexual, sin embargo esta forma gayfriendly de trabajo aún no es suficiente, porque pendientes aún hay muchos.
En el Conapred, el hoy acéfalo Programa de Diversidad Sexual e Identidad de Género, necesita fortalecerse pues la discriminación hacia las personas LGBT continúa siendo de las más frecuentes pero no se denuncia.
A pesar de lo logrado, hoy al Consejo le urge retomar la fuerza política que tenía y conseguir que los avances en las leyes coincidan con la realidad. Rincón Gallardo con lo que denostan como “relaciones públicas”, hizo de Conapred un organismo visible ahora necesita peso legal.
En Censida, los retos no son menores. Si bien la homofobia ya es parte de su discurso, Jorge Saavedra se va con la promesa de una segunda campaña en medios de comunicación contra ella que nunca se oyó ni se vio, con un decreto para fortalecer Conasida atorado en Presidencia y un concurso para campañas focalizadas al que le falta afinar detalles para hacer eficientes los proyectos.
En fin, hoy los integrantes de la diversidad sexual no deben dar el derecho a la duda a los nuevos titulares de Conapred y Censida, más bien hay que actuar y participar pues al menos se sabe que la obligación de ellos y por congruencia institucional no deben cerrar las puertas que ya fueron abiertas.
